viernes, 29 de julio de 2011

Espiritualidad empresarial


Tanto Confucio como La Compañía de Jesús -para citar dos paradigmas de la prédica prospectiva hacia la “espiritualidad empresarial”- parecen reafirmar cada día con más fuerza que se requiere un viraje hacia la transparencia sincera y no “de lobby” en los emprendi-mientos colectivos, si se quiere alcanzar un éxito fructífero a todo nivel.

Se hace inevitable ante semejante pregunta una breve mención al contexto socio-político del continente americano y del mundo. Estamos frente al vértigo en los cambios, la transformación radical del mundo del trabajo (del trabajo manual a la era del conoci-miento) con permanencias fugaces, relaciones interpersonales de corto plazo y sin compromiso, lenguaje virtual omnipresente, exclusión social, acumulación de riqueza, fuertes desigualdades entre sectores, explotación sin medida de nuestro hábitat natural, la expropiación por parte de muchos empresarios y empresas de los bienes que pertenecen a la sociedad toda (el aire, el agua, etc.) para el provecho propio y privado, la desvalorización de lo estético y del arte versus la valoración de lo chabacano, efímero, superfluo, fugaz, vacío; si existiera el infierno ya está entre nosotros.

No tengo dudas, que, a partir del cambio de época, tenemos que reinventar el mundo que queremos vivir (que es el mundo de nuestros hijos/as de nuestros/as nietitos/as) y por ende el modelo de organización humana (empresa) y el perfil de emprendedor/a y liderazgo que conocemos hasta el momento, sabiendo que " el orden de los hombres no depende de los dioses, depende de los hombres" -Los Sofistas- 

Debemos incorporar, con creatividad y apertura, nuevas ideas, competencias y actitudes y un nuevo marco de valores donde la ética de la responsabilidad extrema y total, la integridad, el cuidado con uno mismo y los otros -mis hermanos como nos plantea Leonardo Boff en su ética del cuidado- y el ambiente y los valores de cooperación e inclusión prevalezcan ante otras formas de relación entre las personas y de estas con el entorno marcadas por la competencia, la irresponsabilidad, la explotación, la destrucción, la miseria, la mediocridad.

En la nueva organización (empresa)  la regulación interna ya no descansa sobre el mando y el control sino sobre la autonomía responsable y la autorregulación. Las claves de la productividad no descansan más sobre el estudio de tiempos y movi-mientos sino en el ejercicio de competencias conversacionales y en el conoci-miento. Son organizaciones que cada vez más se orientan hacia la participación, la auto gestión y el trabajo en equipo. Entienden el trabajo no manual como una red de conversaciones que se constituyen en una interrelación del lenguaje, emociones y cuerpo. Si esto es así, diseñar conversaciones sanas y productivas se transforma en una de las habilidades más importante para una organización humana que tiene como tarea principal la inserción en un mercado altamente globalizado, multicultural y flexible.

La coordinación de acciones entre sus integrantes se vuelve uno de los principales activos de una organización. La confianza, en lugar del miedo, se convierte en la emocionalidad que en las organizaciones humanas del nuevo siglo (y en la familia, en la pareja, en los grupos) regula las interacciones entre los individuos. El bienestar y el sentido valen más que la rentabilidad y la búsqueda del lucro.

Técnicamente, la metodología de los talleres recurre frecuentemente a la pregunta como herramienta central para generar procesos de re aprendizaje (ya que la pregunta abre y la respuesta cierra). Por ejemplo, ante esta nueva mirada de las organizaciones humanas, del empresario y la empresa nos preguntamos: ¿existe un único modelo de empresa, existe un único modelo de empresario? o lo que es lo mismo: ¿existe un único modelo de organización humana?, ¿existe un único modelo de personas? ya que, obviamente, antes que empresarios somos personas.

En principio podemos acordar que no. Cada persona es un ser diferente, único e irrepetible y responde a las distintas situaciones de vida de modo original. Cada uno es un observador distinto de la realidad. A priori, podemos acordar que todos y todas somos potenciales empresarios (y emprendedores) con la posibilidad de descubrir y desarrollar competencias personales orientadas a metas y a la definición de un perfil profesional y de negocio determinado con una perspectiva ética y estética distinta.

Lo que fue puede dejar de serlo y transformarse en un modelo distinto, donde la articulación entre el conoci-miento, uno de los requeri-mientos para la eficacia y eficiencia de los procesos productivos, se oriente por valores y una ética del respeto, el cuidado y la responsabilidad, desarrollando al mismo tiempo la perspectiva artística (estética), siendo esta una síntesis del espíritu organizacional, un acto de comunicación y una síntesis de sentido.

En los talleres se profundiza en esa persona que se desempeñará en el rol de empresario y/o emprendedor. Y nos surge inmediatamente otra pregunta ¿el empresario/emprendedor nace o se nace? Asumimos que el ser humano es emprendedor por naturaleza. La única forma de sobrevivir (biológicamente) es valerse por sí mismo. En este proceso transita de la heteronomía a la autonomía, incorporando, descubriendo y desarrollando ciertas características y rasgos emprendedores que permiten concretar proyectos, sueños, y darle un sentido a la vida haciendo lo que le gusta, desarrollando su vocación.

Las personas estamos dotadas de habilidades o capacidades para iniciar acciones o actividades que le signifiquen mantener su vida, desarrollarse y alcanzar niveles de mayor bienestar. Estas habilidades constituyen un patrimonio o herencia propia de la especie, mediante las cuales el ser humano ha desarrollado la sociedad humana, con todas sus limitaciones y virtudes.

Está en nosotros, haciendo uso de la libertad y aprovechando las condiciones de base, decidir sobre el curso que deseo para mi vida, y con responsabilidad, esfuerzo, trabajo, constancia, descubrir, aprovechar y potenciar esta condición humana y desarrollar al máximo mi capacidad para emprender proyectos y negocios. Hay que decidir hacer algo para que ese algo se concrete y se haga realidad. Nadie puede decidir por otro.

La sabiduría popular dice que “querer es poder” y quizá sea discutible, pero lo que sí parece cierto es que de poco sirve saber y poder si no se quiere hacer algo. Las anteriores respuestas se enfocan en las dos primeras pero nada dicen del motor que nos hace “querer”. El apasionado toma acción, se entrega, hace lo que sea necesario, se siente capaz de todo, busca y encuentra los recursos -económicos, temporales- para salvar los obstáculos, persigue hasta la extenuación su meta.

La pasión también acaba haciendo expertos. Por todo ello, la pasión casi se constituye en una garantía del resultado. No sólo eso. Lo más importante es que da sentido a la vida. Y tener algo que apasione es un antídoto automedicado (sin receta pero en este caso eficaz) contra la depresión, la infelicidad, el inmovilismo y la falta de sentido de vida, sabiendo que todos estos síntomas son el resultado de una torpe interpretación que los/las humanos/as hacemos de los eventos de nuestra vida. Es oportuno recordar a Nietzsche cuando dice que "Quien tiene un para qué soporta cualquier cómo".

La "felicidad" es un senti-miento de satisfacción y bienestar, complaciente de sí mismo, que no suele llevar a la acción ni a un objetivo. Frente a la pasividad de la "felicidad", la pasión mueve a actuar y hacia la meta. Es el ingrediente secreto y diferenciador que distingue las personas que apenas han mejorado, de las que han logrado resultados extraordinarios, sorprendentes y muy por encima de sus expectativas. Pasión por algo, por alguien, o por la propia vida. He aquí a los y las verdaderos/as emprendedores/as (empresarios emprendedores) capaz de crear un nuevo modo de hacer empresa y estar en el mundo.   


Encuentra un trabajo que te guste (que te apasione), y no trabajarás un solo día más de tu vida. 

Y vuelvo a Sartre: Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer (amar) lo que uno hace.

En suma, a partir de una metodología vivencial, se generan procesos de re aprendizaje donde las personas, hombres y mujeres, potenciales empresarios-emprendedores descubren que es posible una interpretación distinta más potente e inteligente de ese ser humano que va siendo, emergiendo en él un nuevo observador, una nueva persona que: 

1)  está disconforme con las circunstancias de su vida; 

2)  decide transformarse en un ser humano diferente; 

3) se rebela contra la pasividad y el conformismo de aceptar pasivamente “lo que le tocó vivir”, para iniciar el proceso de "irse convirtiendo en persona" y en una persona innovadora y transformadora; 

4) no cree en la suerte, ni en el destino, ni en la circunstancias, cree únicamente en su propia acción y sus decisiones (existo luego existo); 

5) está convencida de ser dueña de su destino y no víctima de las circunstancias; 

6) es “modelo” de integridad, comportamiento ético y compromiso de responsabilidad total; 

7) pone al servicio de la ética y la estética los conoci-mientos técnicos y los instrumentos operativos; 

8) posee la energía, pasión y persistencia para convertir su "proyecto de vida" o un su "idea de negocio" en una historia de logros e innovación; 

9) está dispuesto a la autorregulación, la participación, la autogestión y el trabajo en equipo; 

10) sabe que diseñar conversaciones productivas es una de las habilidades más importante para emprender una idea y gestionar una organización humana; y

11) está abierto al re aprendizaje de las competencias y habilidades de ejecución para llevar adelante el proyecto que se proponga.

(segunda entrega)

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