Vivimos centrados en nosotros mismos, ensimismados, como si más importante fuera satisfacer continuamente nuestros más íntimos caprichos. Y sólo cuando aparentemente lo hemos conseguido, atendemos al cien por cien a nuestro entorno, a las personas que nos rodean, a las situaciones que nos reclaman. Lamentablemente, eso sucede en muy pocas ocasiones pues nuestra forma de pensar nos seducen constantemente.
Steve Taylor es profesor de psicología de la Leeds Metropolitan University y hace diez años, a causa de una infección bacteriana hospitalaria, vivió una experiencia transformadora: “Cuando me recuperé sentí que era una nueva persona viviendo un nuevo tipo de vida y decidí investigar en las experiencias de otras personas”.
En su libro Salir de la oscuridad. Del desasosiego a la transformación (Out of the Darkness: From Turmoil to Transformation) cuenta la historia de más de 30 personas que han experimentado un renacer después de una catástrofe y explica cómo han conseguido pasar de sufrir a la transformación espiritual.
También explica las vivencias de maestros como Eckhart Tolle y Jiddu Krishnamurti, quienes vivieron el despertar espiritual permanente después de experimentar una profunda crisis. En su búsqueda por relacionar su vivencia con la de otras personas que hubieran vivido experiencias parecidas, averiguó que “somos más fuertes de lo que imaginamos” y que “la aceptación es factor común en esas transformaciones”, pero lo más fundamental “es esa sensación de estar conectados”.
Asegura que los conflictos se basan en sentirse “separado de” y es eso lo que nos genera insatisfacción, la sensación de no estar completos. Por eso queremos más, más riqueza, más control, más poder.
Taylor nos recuerda que “oponemos resistencia al momento presente porque nos pasamos mucho tiempo haciendo cosas que no queremos y estando insatisfechos con nuestras vidas tal y como son”. Sentimos que nos falta algo, que vivir es “un esfuerzo constante”.Incluso nos resistimos a lo evidente, como envejecer y morir.
Por eso, es imprescindible recuperar la conexión con la naturaleza, “vivir en armonía contigo mismo y con el entorno, y vivir en el presente, en vez de permanecer inmerso en emociones negativas conectadas con el pasado”. Al sentirnos conectados, sentimos “más compasión y amor hacia los demás y gratitud y aprecio por la vida”.
La clave está en aceptar. Aceptar “nos permite soltar, ir con la vida” y lo que es más importante, “liberarnos de los apegos psicológicos, de estatus, de creencias”. El primer paso para aceptar es detener “la cháchara de nuestros pensamientos” y empezar a dar espacio a la idea de que la vida puede ser fácil.
Desde la Bioneuroemoción® creen que al sentirnos separados hacemos cosas para agradar a los demás. Y al intentar satisfacer a otros nos vamos perdiendo a nosotros mismos, nos vamos desconectando de nuestra propia naturaleza. Al final, estamos tan desconectados que pensamos que tenemos que hacer cosas continuamente y que para hacer esas cosas requerimos tiempo. Vivir en la creencia de la separación, en la dualidad, es vivir la experiencia del no ser para tomar conciencia de lo que soy.
En el libro Este no es el evangelio que quise ofrecerte, Enric Corbera nos dice: “La mente individual está tan perdida que
no sabe que está conectada a su Fuente. No tiene conciencia de que su sentimiento de separación la hace «fabricar» en lugar de «crear». La mente —que no pierde sus facultades aunque se sienta separada, porque es hija de la Mente Original— fabrica constantemente y su alimento es la creencia en la carencia y en la necesidad”.
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