martes, 11 de octubre de 2016

“Sólo sé que no sé nada”

Esta frase que hemos oído o dicho muchas veces la pronuncia Sócrates en los escritos de Platón.


Existe cierta controversia con el origen de la frase, la versión más admitida dice que cuando el Oráculo de Delfos nombró a Sócrates el hombre más sabio de Grecia, éste se sorprendió al verse señalado como sabio. Fue entonces cuando dijo “Sólo sé que no sé nada”.

Sócrates (470 – 399 a.C.) fue un filósofo griego que dedicó su vida a la búsqueda de la verdad y afirmaba que toda indagación filosófica debía partir del reconocimiento de la propia ignorancia. Platón (427 – 347 a. C.) fue su discípulo y recogió en sus Diálogos lo que se conoce como Método Socrático que es un método de demostración lógica para la indagación o búsqueda de conceptos subyacentes en la información. 

Bajo una estructura de pregunta-respuesta, Sócrates consigue que el interlocutor verbalice una información que ya tenía en sí, sin él saberlo. Cuando Sócrates interroga a una persona nunca da nada por sabido y en lugar de seguir la conversación con una afirmación lo que hace es volver a hacer una pregunta de nuevo. De esta manera, la persona interrogada acaba por responder aquello que en realidad sabía pero que al mismo tiempo es un descubrimiento para ella.

Sócrates pretende reflexionar sobre los prejuicios sin suspenderlos ni superarlos. Hace de los prejuicios enunciados cuestionables, es decir,preguntas que posibiliten la manifestación de una información en principio desconocida. A través de sus preguntas guía a sus interlocutores por el camino de su propia lógica. De esta manera, desprende de validez un enunciado aparentemente válido y abre la puerta a uno nuevo.

Platón aprende de su maestro y desgrana lo que él llama la mayéutica socrática. El significado literal de la palabra mayéutica es “asistir a los partos”. Este concepto aplicado al diálogo socrático sugiere que pretende dar a luz un conocimiento a través de preguntas que conducirán al interlocutor a darse cuenta de su propia información. Sería algo así como ayudar a la persona en su proceso de “parir el conocimiento” mediante el diálogo.

En el diálogo Teeteto o de la ciencia, que trata sobre la naturaleza del conocimiento o del saber, Sócrates dice: “Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que el arte (el de las comadronas). Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres, y en que vigila las almas, no los cuerpos, en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que practico es, sin embargo, que permite saber si lo que engendra la reflexión del joven es una apariencia engañosa o un verdadero fruto”. El arte de la mayéutica considera al discípulo competente para encontrar dentro de sí la verdad, supone que el alma de éste la ha debido conocer en algún momento antes de hacerse ignorante.

Hay personas que se preguntan cómo es una consulta en Bioneuroemoción®: En una consulta el acompañante guía al consultante a través de preguntas para que sea capaz de extraer su propia información inconsciente. Es un proceso que en algún momento incomoda al cliente porque le lleva por caminos propios por los que no ha avanzado hasta ese momento. Para evitarlo la mente le dará soluciones y justificaciones para no entrar ahí. Al mismo tiempo, el acompañante le invitará a ser concreto y descriptivo. Evitará que el consultante se recree en explicaciones de su propia historia. No le dejará hablar mucho justamente porque le quiere escuchar.

El acompañante en Bioneuroemoción® “sólo sabe que no sabe nada”, observa sin posicionarse, no juzga. Sabe que en el universo todo es información y que el diálogo con el consultante es la única manera de encauzar una experiencia de comprensión. La única manera de entrar en el inconsciente es mirar como un niño, con inocencia.

El objetivo de la consulta es la toma de conciencia. Como nos dice Enric Corbera en el libro Yo soy tú: la mente no dual : “No se trata de dominar técnicas, ni de encaminar a nuestro cliente o consultante hacia una forma de pensar. Se trata de alcanzar otro nivel de conciencia, fruto de cambiar cómo percibimos los hechos traumáticos de nuestra vida y las emociones asociadas, llegando a comprender que todo está entrelazado, que la casualidad no existe y que todo se mueve por leyes muy precisas de carácter universal”.

(Platón, Teeteto: o sobre la ciencia. Editorial Anthropos y Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia, Barcelona, 1990).

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