La mayor felicidad y la mayor infelicidad se alternan en un movimiento pendular.
La mayor salud y la mayor enfermedad siguen ese mismo patrón oscilante.
No es un tema de opinión, sino un principio, una ley que rige todos los fenómenos del universo.
Las fases de la luna lo ilustran perfectamente...la luna llena y la luna vacía se alternan por toda la eternidad y pasan por sus etapas intermedias, graduales hasta alcanzar el extremo de su expresión.
Queremos la salud infinita pero sin enfermar jamás.
El que jamás enferma jamás podrá experimentar la salud infinita.
El que es tan fuerte que nunca enferma es el más infeliz.
El que es tan rico que nunca conoció las necesidades materiales y las privaciones es el que no puede comprender el valor profundo de las cosas simples de cada día.
Y por eso muchos millonarios buscan gurús en las lejanas montañas que los ponen a meditar en un cuarto oscuro y sin comodidades, pasando hambre y frío.
Y ahí descubren el valor del contraste.
La medicina combate y lucha contra las enfermedades y ha creado el planeta más enfermo de la galaxia.
Todo se debe al dualismo.
A la falta de comprensión; al apego al lado favorable y el rechazo del lado desfavorable.
El rico debe empobrecerse, el sano enfermarse y el fuerte debe debilitarse.
Cuanto antes mejor, así podrá madurar.
Así podrá comprender.
Y cuando comprenda tendrá la iluminación (awake).
Y sólo entonces podrá elegir.
Podrá elegir la salud eterna, la felicidad infinita y la prosperidad que aumenta sin cesar.
Vemos así que la mayor riqueza es la sabiduría que conecta los dos polos.
Y la mayor pobreza es la arrogancia de querer destruir el lado que consideramos errado o equivocado.
Esa mente dividida se debe a una nutrición fragmentada donde los alimentos se dividen en sus componentes para lograr texturas más atractivas.
Pero si millones toman estos elementos fragmentados, el mundo estará divido y luchando por una felicidad que dura sólo unas décimas de segundo para caer en una profunda y prolongada depresión.
Lo mismo ocurre con la salud cuando rechazamos la enfermedad y la evitamos con higiene y prevención.
Higiene y prevención que no buscan la salud infinita sino anticiparse a la llegada de la tan aborrecida enfermedad.
Pero las mentes iluminadas abrazan todo, porque sus mentes son grandes, son infinitas y luego eligen lo que quieren en la cantidad que quieren y por el tiempo que quieren.
Martín Macedo-
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