La vida se trata de pruebas. Todos los días nuestra certeza es probada. Cuando nos acercamos a la espiritualidad, muchas veces nuestra vida cambia. Puede que hagamos nuevos amigos, y dejemos ir a viejos amigos. A veces las cosas mejoran, pero casi siempre las cosas se ponen más difíciles. Así como trabajamos por nuestro estado físico en el gimnasio, debemos trabajar por nuestra espiritualidad. Requerimos tomar las pruebas.
Rav Shimón, el autor del Zóhar, pasó trece años en una cueva escapando de la persecución. Cuando salió, su cuerpo estaba atrofiado y lleno de heridas. Pero cuando su suegro se le acercó llorando al ver su cuerpo, él dijo: "Si no estuviera como estoy, no sería quien soy". En otras palabras, de no haber pasado por esa dificultad, no habría podido revelar la Luz para el mundo que logró revelar.
No creo que haya nadie en el mundo que podría decir que incluso si está lloviendo, nevando, granizando y tronando, su certeza siempre está ahí. No somos ángeles y la vida es difícil. Generamos situaciones, eventos que restan y suman, constantemente.
El punto es que aunque nosotros no tengamos la certeza en el momento, esto no cambia la certeza de la presencia de la Luz, que es inalterable. Si nos encontramos en una profunda desesperación, debemos saber que quizás el Creador está abriendo la puerta para nosotros en otro lugar, para que podamos convertirnos en la persona que estamos destinados a ser
Karen Berg (con ajustes propios).
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