martes, 29 de octubre de 2024

La calidad es infinitamente más importante que la cantidad

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Es la calidad de tus acciones la que te llevan a la maestría y no la cantidad de cosas que hagas.
Es la calidad de tus palabras las que despiertan las más sublimes emociones y no la cantidad de cosas que digas.
Es la calidad de tus pensamientos la que construye un porvenir dichoso y próspero y no la cantidad de cosas que pienses.
Es la calidad de tus creencias las que te elevan hacia la grandeza y no la cantidad de cosas en las que crees.
Es la calidad de tus visiones las que disparan las manifestaciones visibles y no la cantidad de cosas que visualizas.
Es la calidad de vida la que te hace feliz y no la cantidad de años que vives.
Los más jóvenes e inexpertos se siente atraídos por la comida rápida porque es barata y sabrosa.
Pueden comer más cantidad porque el precio es menor.
A menor precio mayor cantidad.
Pero las personas con más experiencia y sabiduría buscan los alimentos de mayor calidad aunque tengan un costo mayor.
Entonces en todas las ciudades medianas y grandes del mundo hay establecimientos que ofrecen comidas rápidas y baratas para satisfacer a ese tipo de público más ingenuo.
Y también otros que ofrecen alimentos de la más alta calidad para un publico más sabio y prudente.
Unos atraen por cantidad.
Otros atraen por calidad.
Los físico culturistas atraen por la cantidad de masa muscular.
Entrenan muy duro, se inyectan hormonas, hacen 8 a 10 comidas de alta proteína al día, arriesgan la vida para lograr su objetivo de convertirse en monstruos de la cantidad.
Y tienen sus admiradores que los adoran como dioses, y torneos internacionales donde dan suculentas recompensas económicas a los ganadores que han logrado la mayor cantidad de masa muscular junto a la estética de sus cuerpos magníficos.
Y así hay miles de jóvenes que atraídos por la cantidad se ponen a levantar pesas con pasión desmesurada y a tomar suplementos de proteínas.
Siguen a los maestros de la masa, de la cantidad de músculo.
Pero los jóvenes sabios buscan otro tipo de maestros.
La más alta calidad no es tan atractiva porque pasa desapercibida en un mundo obsesionado con las cantidades.
Muchos eligen su profesión en función de la cantidad de dinero que pueden ganar.
Los practicantes de medicina natural creemos que a la larga el triunfo lo tendremos los que apostamos a la calidad , porque la salud está con la calidad de la sangre y no en la cantidad.
El cáncer es un claro ejemplo.
Aumenta la cantidad de células de la más baja calidad.
El cáncer es un ejemplo del triunfo de la cantidad sobre la calidad.
La salud absoluta es un triunfo de la calidad sobre la cantidad.
Visualicemos un mundo ideal, donde aumente la cantidad de seres de la más alta calidad humana, biológica y espiritual.

Martin Macedo-
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domingo, 20 de octubre de 2024

El hombre mediocre, de José Ingenieros

 EL HOMBRE MEDIOCRE, DE JOSÉ INGENIEROS.

"El mediocre es dócil, maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según las conveniencias y no logra aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelve vil y escéptico, cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes, ni santos".
El hombre mediocre es un libro del sociólogo y médico italo-argentino José Ingenieros, publicado en el año 1913. La obra trata sobre la naturaleza del hombre, oponiendo dos tipos de personalidades: la del hombre mediocre y la del idealista, analizando las características morales de cada uno, y las formas y papeles que estos tipos de hombres han adoptado en la historia, la sociedad y la cultura.
Los tipos de hombres: José Ingenieros dice que "no hay hombres iguales", y los divide a su vez en tres tipos: El hombre inferior, el hombre mediocre y el hombre superior; no arremete contra los dos primeros, sino que describe a los tres y exalta al idealista.
El hombre mediocre es incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar. De ahí que se vuelva sumiso a toda rutina, a los prejuicios, a las domesticidades y así se vuelva parte de un rebaño o colectividad, cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente. El mediocre es dócil, maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según las conveniencias y no logra aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelve vil y escéptico, cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes, ni santos.
Un hombre mediocre no acepta ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición (aquí se ve en parte la idea positivista de la época, el hombre como receptor y continuador de la herencia biológica), sin darse cuenta de que justamente las creencias son relativas a quien las cree, pudiendo existir hombres con ideas totalmente contrarias al mismo tiempo. A su vez, el hombre mediocre entra en una lucha contra el idealista por envidia, intenta opacar desesperadamente toda acción noble, porque sabe que su existencia depende de que el idealista nunca sea reconocido y de que no se ponga por encima de sí.
El hombre inferior es un animal bellaco. Su ineptitud para la imitación le impide adaptarse al medio social en que vive; su personalidad no se desarrolla hasta el nivel corriente, viviendo por debajo de la moral o de la cultura dominante, y en muchos casos fuera de la legalidad. Esa insuficiente adaptación determina su incapacidad para pensar como los demás y compartir las rutinas tan comunes que los demás, mediante la educación imitativa, copian de las personas que los rodean para formarse una personalidad social adaptada.
El idealista es un hombre capaz de usar su imaginación para concebir ideales legitimados sólo por la experiencia y se propone seguir quimeras, ideales de perfección muy altos, en los cuales pone su fe, para cambiar el pasado en favor del porvenir; por eso está en continuo proceso de transformación, que se ajusta a las variaciones de la realidad. El idealista contribuye con sus ideales a la evolución social, por ser original y único; se perfila como un ser individualista que no se somete a dogmas morales ni sociales; consiguientemente, los mediocres se le oponen. El idealista es soñador, entusiasta, culto, de personalidad diferente, generoso, indisciplinado contra los dogmáticos. Como un ser afín a lo cualitativo, puede distinguir entre lo mejor y lo peor; no entre el más y el menos, como lo haría el mediocre.
El hombre mediocre tuvo gran influencia en la juventud argentina de su tiempo y en especial en el movimiento de la Reforma Universitaria iniciado en 1918.
Algunas de sus categorías fueron tomadas y reformuladas dos décadas después, por el español José Ortega y Gasset, para construir su conocida antinomia entre el hombre-masa y el hombre-noble, realizada en su libro "La rebelión de las masas".
Éstas son algunas frases del capítulo primero del libro:
"Hay cierta hora en que el "pastor" ingenuo se asombra ante la "naturaleza" que lo envuelve".
"La inmensa masa de los hombres piensa con la cabeza del pastor; no entendería el idioma de quien le explicara algún misterio del universo o de la vida, la evolución eterna de todo lo conocido, la posibilidad de perfeccionamiento humano en la continúa adaptación del hombre a la naturaleza".
""Indiferentes" ha llamado Ribot a los que viven sin que se advierta su existencia. La sociedad quiere y piensa por ellos. No tienen voz sino eco"
"Nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece algún ideal."
"Producto de la costumbre, desprovisto de fantasía, ornado por todas las virtudes de la mediocridad, llevando una vida honesta gracias a la moderación de sus exigencias, perezoso en sus concepciones intelectuales, sobrellevando con paciencia conmovedora todo el fardo de prejuicios que heredó de sus antepasados"
"El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad"
"Sin la sombra ignoraríamos el valor de la luz"
"Todos los enemigos de la diferenciación vienen a serlo del progreso; es natural, por ende, que consideren la originalidad como un defecto imperdonable".
"Pues la civilización sería inexplicable en una raza constituida por hombres sin iniciativa".
"El mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no rompe, no engendra; pero, en cambio, custodia celosamente la armazón de automatismos y prejuicios y dogmas acumulados durante siglos, defendiendo ese capital común contra la asechanza de los inadaptables."
"Lo que ayer fue ideal contra una rutina, será mañana rutina, a su vez, contra otro ideal".
"En todos los tiempos y lugares el que expresa su verdad en voz alta, como la cree, lealmente, causa inquietud entre los que viven a la sombra de intereses creados".
"La rutina es el hábito de renunciar a pensar".
-Jose Ingenieros
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Hay dos medicinas y dos tipos de usuarios

 Hay dos medicinas y dos tipos de usuarios.

Los que quieren ser curados y los que están dispuestos a asumir el protagonismo de su curación.
Cuando alguien recibe un diagnóstico de enfermedad hace una valoración de las ventajas y desventajas del enfoque tradicional y alternativo y luego toma una decisión.
La mayoría busca ser curada.
La mayoría descuida su salud durante años y sólo toma medidas cuando la enfermedad ya está bien avanzada.
Para esas mayorías está la medicina oficial.
La medicina oficial es necesaria porque la mayor parte de la humanidad vive frenéticamente ocupada en sobrevivir y lo hace sacrificando su salud y felicidad.
Esas personas esperan a estar muy enfermas para ir a ver al médico y como no están habituadas a los buenos hábitos se sienten abrumadas por la idea de responsabilizarse por su curación.
Entonces aceptan lo que el médico les diga.
Se dejan operar, irradiar, aceptando cualquier fármaco o combinación de fármacos.
Aceptan pagar cualquier suma o incluso organizan colectas para viajar al exterior para someterse a tratamientos en clínicas famosas.
Pero una minoría está dispuesta a todo para lograr su curación.
Está dispuesta a asumir el 100% de la responsabilidad de lo que les ocurre y buscan otro tipo de medicina.
La llamada "alternativa".
Harán lo que sea para intentar conquistar la anhelada salud.
Si hay que hacer una sanación de emociones la harán.
Si hay que meditar todos los días o hacer yoga lo harán.
Si hay que cambiar la dieta lo harán.
Si hay que aprender a cocinar tomarán clases de inmediato y si es necesario aprender a masticar cada bocado lo harán con infinita voluntad y entusiasmo.
Este tipo de personas tienen esa pasión tan necesaria para el éxito.
Para cualquier tipo de éxito, en los estudios, en la profesión, en la vida en pareja, en el desarrollo financiero.
Este tipo de "pacientes" de gran calidad espiritual son los que tienen los mejores resultados con la macrobiótica.
Son una minoría, una maravillosa minoría.
La mayoría todavía debe experimentar ese mundo de contrastes donde el dolor y el placer, la esperanza y el desaliento se alternan como el día y la noche, sin pausa.
Hasta que esos avatares agiten sus fuerzas primordiales y terminan por convertirse en hombres y mujeres dispuestos a hacer uso de su grandeza.
E ingresar en las filas de los apasionados que conquistan todos sus sueños y realizan todos sus deseos.

Martin Macedo

martes, 15 de octubre de 2024

El espíritu de la espada verdadera

 "El espíritu de la espada verdadera".

Es uno de los secretos de la poderosa cultura japonesa.
Michio Kushi lo menciona en sus libros.
Cuando joven practicaba kendo, el arte de la espada.
Cuando se practica con espadas de madera un descuido puede generar una lesión no mortal y por eso los practicantes de kendo se colocan una máscara protectora porque se trata de esgrima japonesa.
Pero cuando se practica con katanas verdaderas, las espadas más letales del mundo, un error implica la muerte instantánea.
El espíritu de "Sinken" es el espíritu de la espada verdadera.
Ello implica estar presentes, muy presentes en cada movimiento del oponente, máxima atención y máxima presencia.
Entonces mediante la práctica de la esgrima los estudiantes aprenden a vivir en este espíritu, habituándose a vivir en un estado de poderosa presencia en todos los gestos, en todos los actos, manejando un coche, cumpliendo las responsabilidades profesionales, cortando zanahorias para un guisado o jugando con los niños.
Es una forma de meditación activa, pero no una meditación huyendo de la acción sino metiéndose en la acción con infinita voluntad.
Entonces el maestro Ohsawa siempre recomendaba a los estudiantes de macrobiótica que practicaran artes marciales durante al menos uno o dos años, para generar esa disciplina tan necesaria para fortalecer el cuerpo y la mente.
Además las artes marciales son un excelente entrenamiento aeróbico y nos ayudan a vivir en un estado de presencia dando lo mejor de nosotros, dejando de lado los miedos, ya que la práctica nos conduce a conectarnos con el potencial infinito en las simples acciones diarias.
En mi juventud practiqué judo, varios estilos de karate, kung fu, aikido y algo de taekwondo.
Siempre busqué ese nivel de energía y de perfección de los grandes maestros de artes marciales.
Pero el boom de las artes marciales pasó como todas las olas.
Ahora me queda el recuerdo de esos bellos momentos.
Pero el espíritu de la espada verdadera lo llevo en el alma, ya que es la manera de acceder a esa energía infinita necesaria para experimentar la salud infinita.
La salud infinita es la energía infinita.
Y la energía infinita sólo se expresa en el presente porque el pasado y el futuro son una ilusión, y allí no hay nada.
Nada de energía, nada de salud, nada de felicidad.
Todo está aquí y ahora.
No puede estar en otro sitio.
Pero hay que fundirse en el momento, en la acción y en el reposo.
Meditando en el espíritu de la espada verdadera constantemente.
2/3/2018
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