De acuerdo a los
kabbalistas, la sanación comienza cuando hacemos el cambio interno que el
universo nos pide. Ya sea que nos demos cuenta de ello o no, cada vez que
realizamos una acción desintegra, nos movemos más cerca del Deseo de recibir
para sí mismo y de la muerte, mientras que cada vez que realizamos una
acción integra de compartir, nos acercamos al alma y a la vida.
La
sanación ocurre cuando de manera consciente nos acercamos a la Luz,
especialmente cuando es difícil o cuando no queremos o cuando caemos presa de
nuestros pensa-mientos "negativos".
Cuando no estamos en nuestro mejor momento (cuando caemos
en bancarrota, o cuando nuestro mejor amigo se aleja) estos son los momentos en
los que debemos decirnos a nosotros mismos: “tengo la certeza de que aunque no
tengo la posición que antes tenia o no me siento tan bien como antes, sé que el
sol está brillando”.
Estos son los momentos en los que tenemos que decir: “Sé
con certeza que soy parte del espíritu del Creador, y aunque Él me traído a este
proceso triste, tal vez es para apoyarme a saltar hacia adelante con la
Luz”.
La verdad es que lo que la mayoría de nosotros está buscando es esa
paz interior que surge cuando podemos ir a dormir en la noche diciéndonos: “he
hecho todo lo que he podido (asumiendo el 100% de mi responsabilidad) para convertirme en una mejor persona y para hacer del
mundo un lugar mejor”.
Sin embargo, tenemos que darnos cuenta de que todas las
cosas que generamos sin contratiempos son trampolines para
llevarnos a otro desafío, a otro nivel, a otra plataforma de la cual podamos
crecer.
La paz no es únicamente la ausencia del caos. Sí, tal vez hemos fallado,
no obstante, lo intentamos y es el intento lo que importa. Eso si, requerimos tener la total seguridad de haber puesto todo lo que estaba en mi para alcanzar lo deseado, dentro del 100% de mi responsabilidad.
Hay personas
que se cuidan muy bien en el aspecto físico pero aun así se "enferman". Algunas
veces podemos hacer lo mejor por nuestro cuerpo, pero si olvidamos nuestra alma,
nunca alcanzaremos el creci-miento que traiga balance a ambos aspectos.
Así que
¿cómo llegamos a ese punto?
Primero que todo, el aspecto importante a
saber es que la paz y la sanación no pueden venir de una persona o un lugar
fuera de nosotros, somos CAUSA y no EFECTO. Y segundo, tenemos que estar dispuestos a hacer cosas
que tal vez no queramos: tener paciencia cuando estamos frustrados, sonreír
cuando no queramos, ser íntegros con las personas e inclusive salir a apoyar a
alguien aun cuando sintamos que no estamos “de humor para ello hoy”.
La verdad es que la conciencia es una materia viviente, y
nuestros pensa-mientos y acciones de compartir tienen ramificaciones más allá de
lo que podemos comprender con nuestros sentidos físicos.
Nuestra responsabilidad
individual es hacer que la Luz se extienda mucho más allá de nuestro lugar de
residencia o de nuestro sitio de trabajo. Si realmente nos concentramos en
cambiarnos a nosotros mismos en aspectos pequeños, entonces cada paso nos
llevará más cerca de la sanación, más cerca de la Luz, y más cerca al tiempo en
el que juntos venzamos el caos y el sufri-miento en este mundo.